Cuando se despertó al día siguiente, se encontró acostada sobre el amplio y robusto pecho de un hombre.
Bajo la luz del sol de la mañana, el pecho bronceado exudaba un brillo saludable y se veía extremadamente sexy. Parecía tener la poderosa belleza de una bestia. Miró fijamente el pecho delante de ella en la confusión. ¿Cuándo llegó Li Lei? ¿No estaba en la aldea de montaña de la familia Xia?
¿Cuándo la había llevado de vuelta, la había cambiado a su pijama, y...
¿Se aprovechó de ella?
Xia Ling miró sus manos que estaban furtivamente dentro de su camisón de seda. Quitándole la mano de encima, lo pinchó enfurruñada. —¡Hey, despierta!
Sin embargo, el Gran Jefe se limitó a llevarla de vuelta a su abrazo mientras estaba medio dormido, ajustándose a una posición más cómoda, de manera que ella estuviera debajo de él, y acurrucándose con una sonrisa satisfecha en su rostro, como si fuera un enorme cojín con forma humana.
