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Xia Ling sospechaba que estaba alucinando.
—¿Eh?
—Cásate conmigo. —Li Lei dijo una palabra a la vez. Bajo la suave luz, su cara era inusualmente hermosa. Sus rasgos faciales parecían tallados a mano por famosos artesanos. En esta situación, no parecía tener el más mínimo defecto. Sus delgados labios pronunciaban suavemente esas palabras, haciendo que innumerables chicas se sonrojaran.
Inconscientemente, algunas personas pusieron sus manos sobre sus corazones.
Algunas personas sostenían las manos de sus compañeros.
Había algunas chicas que sostenían sus mejillas calientes y respondían suavemente: —Acepto. Deseaban poder reemplazar a Xia Ling e inmediatamente aceptaron. El Gran Jefe Li era tan rico, poderoso, joven, guapo y bondadoso. Un hombre como él era difícil de encontrar. ¡Cualquiera que pasara por encima de él era un idiota!