Xia Ling sintió como si acabase de despertar de un sueño muy largo. En él, había sonidos de batalla, luces turbias, un sin fin de niebla y un hombre temible que sostenía una botella verde de medicamento en su mano. Corrió y corrió desesperadamente por un período de tiempo desconocido antes de tropezar y caer por un acantilado, descendiendo a un abismo de oscuridad.
Despertó abruptamente por el impacto.
Lo primero que vio fue el rostro de un apuesto hombre.
Si mente se despejó mientras miraba sus ojos profundos y silenciosos, llenos de preocupación.
¿Dónde estaba? Quería hablar, pero entró en pánico cuando se dio cuenta que seguía muda.
—No te preocupes, Xiao Ling, el médico ya revisó tu garganta y concluyó que todavía es posible que te mejores. Confía en mí, me aseguraré de que te cures —intentó consolarla con su cálida voz.
Lo miró con incertidumbre. ¿En serio?