En el escenario, los hermanos seguían enfrentándose entre sí. Los puñetazos y patadas de Li Lei eran despiadados y fuertes, evidentemente pulidos de todos sus años de combate, luchando entre balas perdidas. Pero Li Feng no era menos intimidante con sus ataques. Ambos hermanos estaban muy familiarizados con las fortalezas y estilos del otro, después de una larga batalla, nadie era capaz de derribar al otro.
Xia Ling seguía tirada en el suelo mientras su visión se volvía cada vez más borrosa. Su pecho palpitaba con mucho dolor, y no había dejado de toser sangre. Hizo todo lo posible por no desmayarse mientras mantenía sus ojos en la lucha, rezando mucho para que Li Lei no resultara herido. Si algo le sucedía, los tres estaban condenados.
Alcanzó su teléfono y marcó un número.
—Hermano... ven, rápido...
A partir de entonces, empezó a toser con más furia aún, y ya no podía pronunciar ni una sola palabra.