Xia Ling reconoció a este viejo.
Parecía que tenía entre 60 y 70 años, vestía un traje tradicional chino blanco con zapatos de lona y estaba de buen humor. Se sentó pacíficamente en el sofá mientras la veía entrar por la puerta, su mirada ilegible. Muchos de sus subordinados lo rodeaban, y la más cercana a él era una mujer elegante: Su Tang.
Xia Ling permaneció en silencio por un momento mientras observaba la escena frente a ella y luego lo saludaba. —Viejo señor.