Xia Ling no tenía idea de las conversaciones que se desarrollaban en la multitud que los rodeaba y miró el helado felizmente. —¡Quiero el sabor a fresa! ¡El sabor a vainilla de allá también se ve bien! ¡El matcha latte se ve tan bonito! Y el de allá es caramelo de chocolate, ¿verdad?
Sus ojos se iluminaron. ¡Ella quería todo lo que veía! Sin embargo, no se la podía culpar, había pasado un año desde que comió helado. Desde que se embarazó, Pei Ziheng la mantuvo bajo una dieta estricta, desprovista de comida chatarra. Hoy, era como si un pájaro fuera liberado de su jaula. Le gustó lo que vio.
Li Lei la miró con intenciones de mimarla al máximo y le dijo al empleado de la tienda: —Por favor, denos una porción de todos los sabores.
—Seguro.
Las felices vibraciones entre la pareja se estaban contagiando al empleado de la tienda, y él felizmente les presentó una tarjeta de membresía. —Puede obtener un descuento si acumula 10 puntos.
