El miedo se apoderó del corazón de Xia Ling. Ella vio a Li Lei apuntar al amuleto en su cuello.
—¿Recuerdas ese amuleto? Con su protección no tienes nada que temer. Xiao Ling, aterrizarás segura.
—¿Y tú?
—Estoy contigo a cada paso.
El cielo cada vez se ponía más obscuro, y el viento aullaba con venganza mientras las gotas de lluvia empezaron a caer más rápido. Frente a ella, Xia Ling solo podía ver árboles de durazno siendo destrozados hasta los pétalos, y más ramas de los árboles caían.
Li Lei miró al cielo antes de decir: —Xiao Ling, prepárate. Cortaré la cuerda.
Él tomó el cuchillo de su bolsillo y colocó el filo sobre la cuerda que la ataba al parapente. Ella comenzó a ponerse nervios: —Li Lei...
—No temas, estarás bien.
Él gentilmente miró a sus ojos, su mano derecha tomando el cuchillo con fuerza, y con una voz firme dijo: —Te amo.