—¡Estás loco! ¿Qué piensas hacer? ¿Irás allí a salvarla? Se avecina una tormenta, ¡ni si quiera vuelan los helicópteros! —El entrenador fue el primero en demostrar sentido común.
—¡Basta! ¡Dame el parapente! ¡Si algo le pasa a Xiao Ling, todos ustedes lo pagarán! —gritó Li Lei molesto.
Esta era la primera vez que Xia Ling escuchaba a Li Lei hablar con ese tono. Era como si estuviese a punto de matar a alguien, y ella sintió escalofríos recorrer su espalda. Aun así, el entrenador no parecía afectado.
—¿A quién intentas asustar? ¡No te temo! Déjame decirte Li Lei, ir allí con este clima es cortejar a la muerte. ¡Yo estoy a cargo de esta región! Y si digo que no, es no, ¡nadie se atreverá a darte un parapente! Li Lei, ¿a dónde vas? ¡Li Lei! ¡deténganlo!