Xia Ling advirtió a su corazón que no sea corrompido por un caballo de troya. Sin embargo, el caballo de Troya no notó nada. Luego de preparar el té, se inclinó y cuidadosamente le dio de beber.
—¿Cómo sabe? —su voz era gentil— agregué algo de menta, manzanilla y miel. Heriste tus pulmones en los últimos días, por lo que necesitas más humedad.
El cuerpo entero de Xia Ling se ablandó. Olvídalo, ¿qué si era un caballo de Troya? Ella debía disfrutarlo mientras pudiese. Junta tus pimpollos mientras puedas, el tiempo vuela —En su corazón, recitó versos de un poema. Dos manos que estaban manchadas con jarabe tocaron al gran jefe.
A él no le molestaba, e inclusive le dio algo de té de menta y manzanilla. Luego de eso, él lentamente utilizó una toalla húmeda para limpiar sus manos sucias.
—Te dije que no abrieras el tarro de miel, es pegajoso e incómodo.
—No me importa.