Xiao Ling se tropezó a medida que era jalada por Li Feng dentro del Templo de la Serpiente.
Bajo la tenue luz del templo de la Serpiente, las paredes de madera emitían un hedor húmedo y podrido. Había varias antorchas, esculturas retorcidas y cuadros de oleo de diferentes tamaños. Su estilizado y bello estilo era igual al que ella recibió cuando se fue del Festival de Música Nebulosa.
—Estas esculturas al igual que los cuadros los hice yo —Li Feng las señaló con su blanco y delgado dedo—¿Te gustan?
Era como un niño feliz agarrándola de la mano y mostrándole sus pinturas.
—Mira, este cuadro es de un casino en los suburbios luego de que le saqué los intestinos al guardia de seguridad... Este lo hicieron luego de que recibí un pésimo servicio. Estaba rabioso y mandé a que buscaran una cubeta de ácido sulfúrico; la miré mientras se bañaba en el...
Explicó sus cuadros uno a uno.
Resultó que estaban basados en eventos reales.