Luego de que Xia Ling se levantó y lavó, se cambió a un top tejido verde jade, se agarró el cabello en un moño suelto y lo sujetó con una exquisita varilla de camelia. Se aplicó un poco de maquillaje para ocultar la falta de sueño y se puso presentable en todo aspecto.
Li Lei la miró y le dijo: —Eres tan hermosa.
Xia Ling sonrió. Al ser su novia, no quería avergonzarlo. Más aún, habiendo estado en el círculo del entreteniendo por tanto tiempo, cada movimiento practicado se había convertido en su segunda naturaleza. No podía dejar que nadie en el público viera ninguna falla.
Muchos invitados llegaron a visitar.