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Chapter 19 - Capítulo 19 – Cambio De Ropa

Soltó una carcajada.

Ella miró la forma en que se rio, mientras sus brazos continuaban apretados alrededor de su pecho.

—Puedes bajar la guardia, pequeña belleza —Estaba sentado casualmente al lado del fuego, no precisamente mirándola, sino concentrado en secar su camisa empapada por la lluvia. Esta se secó rápidamente, a pesar de ser una camisa de seda—. Quítate la ropa mojada —Le arrojó su camisa—. Ponte esto.

Xia Ling se sorprendió por su espectáculo de bondad.

—Deja de esconderte, a menos que disfrutes estar de pie medio expuesta en frente de mí—comentó. Ella no podía decir si estaba bromeando o no.

—Eres un desvergonzado, toda tu familia... —se calló. Entonces sus ojos vieron cómo la luz del fuego iluminaba la parte superior de su cuerpo, y una repentina sensación de vergüenza la invadió. Tomó la camisa y se fue.

Ella podía oír su agradable risa detrás.

Xia Ling se volvió dándole la espalda cuando comenzó a cambiarse, conteniendo su indignación. Se había quitado la chaqueta rápidamente. Sin embargo, sus dedos se tornaron más lentos cuando se acercaron a su vestido y finalmente se congelaron, incapaz de continuar desabotonando.

—Te puedes quitar el vestido, ¿sabes? Soy más alto que tú, —dijo, lánguidamente—. Por lo tanto, la camisa te quedará grande. Por si estas preocupada por exponerte.

Tenía razón, la camisa le llegaba hasta la mitad del muslo, así que sería, técnicamente improbable, que alguien accidentalmente, pudiera mira debajo de la ésta. Pero su mente involuntariamente volvió a ese año que pasó prisionera de Pei Ziheng. Durante todo ese año, no había recibido ninguna prenda legítima para vestirse y ahora los trajes incompletos la traumaban.

Especialmente frente a los hombres.

—Está bien, esto está bien —fingió.

Li Lei la miro seriamente. Era el nieto de la familia Li y había gozado de todos los privilegios desde que nació. En sus veinte y tantos años de existencia, había tenido cantidad de mujeres que conspiraron para meterse en su cama. Xia Ling, literalmente, estaba toda empapada de pies a cabeza, había tenido la oportunidad de seducirlo, y sin embargo, aquí estaba envuelta como un bombón, como si tuviese miedo de que él se aprovechara de ella... Qué interesante.

Sus labios se curvaban en una sonrisa inconsciente.

De repente, Xia Ling sólo podía sentir el dolor en su hombro, el resto de su brazo se desvaneció por el entumecimiento. Sin embargo, continuó luchando con su camisa seca, tratando de abotonar todos los botones y arrastrando su vestido empapado de vuelta a la hoguera.

La luz del fuego estaba bailando sobre su rostro, iluminando sus rasgos.

—Gracias —dijo ella educadamente.

Él la estaba mirando de reojo, sopesando algo. 

—Ven aquí—dijo, mientras le hacía señas para que viniera.

—¿Por qué? —Estaba confundida.

—Ven aquí—repitió. Él lo dijo casi sonriendo, pero de alguna manera sonó con autoridad, el tono que sólo los muy poderosos en la sociedad podían poseer.

Xia Ling se detuvo, pensando. No deseando iniciar un conflicto, cautelosamente cumplió la orden.

 —Siéntate —le dijo.

Se sentó, pero antes de que pudiera reaccionar, la agarró y la acercó a su pecho.

—¡¿Qué estás haciendo?! —Ellla estaba visiblemente contrariada, instintivamente lo apartó—. Oye…¿Cómo se atreves a ser tan atrevido? —Con una mano en su cintura, y con la otra desabotonando los botones de su camisa.

—Se buena, no te muevas —respondió con tranquilidad, resistiendo fácilmente su forcejeo, llevó sus brazos hacia atrás de su espalda. La mano que anteriormente estaba descansando en su cintura, ahora sostenía sus muñecas hacia abajo, y Xia Ling no podía, por nada del mundo, liberarse de su agarre de hierro.

—Li Lei, déjame ir —Ella lo amenazó, levantando la cabeza para mirarlo.

Él bajó su cabeza para mirarla. De nuevo tenía esa mirada indescifrable en sus ojos, esa que nadie podía decir lo que estaba pensando. Xia Ling sólo podía ver su propia figura pálida y frenética reflejada en sus pupilas, y sin saberlo comenzó a calmarse.

Luego de un rato sonrió, diciendo con un tono suave: —No te escandalices, sólo quería ayudarte a abotonar los botones, no están bien —Sus ojos la miraron de arriba abajo, empezando por su rostro y lentamente descendiendo hasta su pecho—. Debo admitirlo, tu figura es bastante dulce, y tu cara es mi tipo...

Xia Ling se contrajo inmediatamente.

Al percibir su incomodidad, le dio una palmada en la espalda como si tratara de consolarla. 

—No tengas miedo, no quiero hacerte nada. Aunque estoy un poco resentido por el hecho de que me tengas miedo. 

Todavía estaba abotonando sus botones cuando dijo eso, ella casi se estremeció al sentir la calidez que emanaba de sus dedos. El tiempo parecía estar pasando más despacio de lo usual, y Xia Ling rezó con toda sus fuerzas, para que él terminara lo que estaba haciendo, pero fue en vano, en lugar de eso, sintió todos sus movimientos lentamente con cada momento que pasaba. Internamente se maldijo a sí misma por abotonar tan mal la camisa, posiblemente dándole a algún hombre la oportunidad de aprovecharse de ella. Lo que luego la llevó a cuestionarse por qué había aceptado la camisa tan fácilmente. Después de todo, no estaban relacionados. Él era sólo su jefe, y ¿qué jefe trata a sus empleados de esa manera?

Después de lo que se sintió como una eternidad, Li Lei finalmente abotonó el último botón, y situó ligeramente su pulgar con y el dedo índice en su barbilla.

—Está hecho —Su voz era baja, se sentia casi fantasmal sobre sus mejillas.

La dejó ir cuando se escapó de su agarre.

Ella subconscientemente se apartó hasta recuperar su espacio personal, suspirando con alivio. Sintió una gota de algo goteando dentro de su ojo, y cuando tocó su frente, se dio cuenta de que había sudado frío.

Todavía estaba sentado al lado del fuego, con una sola mano extendida hacia ella. 

—Te lo dije antes, no tienes que estar tan asustada.

Xia Ling sabía que estaba exagerando, pero nadie la entendería. Nadie sabría realmente los horrores que experimentó en la villa de Pei Ziheng. Esta era la razón por la que alejaba a la gente hoy. Bajó la cabeza intentando ocultar su expresión de él.

—Yo, Er Mao —dijo. La voz de Li Lei se había aclarado considerablemente.

—No es posible, ¿estaba aquí?

La mirada de Xia Ling se topó con la de un leopardo no muy lejos de ella. Se veía formidable cubierto por sus majestuosos patrones entrelazados rosa y ámbar. Debía haber entrado a causa de la tormenta, porque todo su cuerpo estaba empapado, las gotas de agua caían de su resbaladizo pelaje, creando pequeños charcos debajo de él.

Xia Ling podía sentir cada pelo en su cuerpo erizándose. Estar tan cerca de una criatura nunca fue bueno para nadie.

Por alguna razón, Li Lei no se inmutó, su expresión se iluminó al abrir sus brazos, mientras decía: —Er Mao, ven aquí.

El leopardo voltio su cabeza y lo miró, como si estuviera inspeccionando si había sido herido nuevamente, antes de mirar con satisfacción. Dio varios pasos hacia atrás, para tomar impulso antes de abalanzarse sobre Li Lei.

—¡Uff! —Li Lei, fue superado por el impacto de la criatura que lo lanzó al suelo, pero, aún así, continuaba sonriendo—. Er Mao, eres repugnante. Me acabo de secar y ahora estoy mojado de nuevo... oye, no te seques sobre mí, dije que no hagas eso... —Estaba básicamente rodando por el suelo con el leopardo, la cabeza del leopardo estaba enterrada en el pecho de Li Lei mientras acariciaba su pelaje, obviamente divirtiéndose.

Xia Ling miró fijamente. El leopardo... ¿era realmente un leopardo? ¿Por qué parecía uno de esos perros grandes? Lo único que no había hecho era correr hacia su dueño meneando su cola...