Ah Wei tenía razón, ella era demasiado independiente y perezosa, no precisamente la actitud que debería tener un artista. ¿Cómo pudo ella olvidarse de su cita y perderse por tantos días? No, no, debía cambiar. Cuando regresara cambiaría este tonto celular que se apagó solo.
Su mente divagó, Xia Ling de repente sintió que su mano estaba menos pesada y se dio cuenta que Li Lei le había sacado el celular de las manos.
—Aló—dijo él.
Los gritos del otro lado de la línea cesaron inmediatamente.
—Aló, Aló—repitió Li Lei.