Detuvieron el bote en la pérgola en el centro del lago y subieron.
Echando un vistazo, pudieron ver que las hojas de loto eran verdes. La brisa formaba ondas en el lago y también llevaba un aroma suave.
Xia Ling sentía las piernas un poco adormecidas después de haber estado tanto tiempo sentada en el bote. Mientras entraba en la pequeña pérgola, puso más distancia entre ella y Nan Sheng. Al parecer hoy él estaba siendo sensato y no la siguió. De forma relajada, miró el paisaje en la distancia.
Después de un rato, pudo oír la voz de Nan Sheng atrás suyo: —¿Tienes sed? Tengo agua mineral.
Se inclinó hacia el lado y se dio cuenta de que el 4° Tío y la 4° Tía habían desaparecido hace un rato. El pequeño bote también se había esfumado sin dejar rastro. En la pérgola vacía en medio del lago, las únicas personas que quedaban eran Nan Sheng y ella.
—¿Dónde están los otros? —preguntó, ligeramente alarmada.