Vivian sintió el calor que trasmitían los dedos de Leonard, que todavía tocaban su mejilla mientras ella miraba sus ojos color granate y las emociones escondidas los inundaban. El muchacho se sentía como si alguien le hubiera dicho que había empezado a caer nieve en verano. Aunque nunca lo dijera en voz alta, amaba la nieve.
Vivian estaba contenta de haberle contado sobre el obsequio, y, debido a la expresión de Leonard, era claro que le había gustado.
Para confirmarlo, preguntó:
—¿Te ha gustado?
Él quitó su mano de la mejilla de ella.
—Sí. Es un suéter hermoso. –respondió, sin apartar la mirada. Vivian sonrió, la felicidad la inundaba por el cumplido que le había hecho.
—Pero, —Leonard comenzó a hablar, y la sonrisa de Vivian flaqueó. –No puedo pasar por alto tu comportamiento con Lady Shirley. Aunque ella estuviera mal, has olvidado comportarte como debe ser una criada, y por eso tendrás que trasplantar las plantas del jardín y colocarlas en el salón de cristal esta noche.
Vivian bajó los hombros como respuesta y sintió la mano del muchacho en su cabeza antes que de la bajara nuevamente.
—Te veré luego. –Dijo Leonard, saliendo del estudio.
Vivian sintió cómo su corazón se volvía más liviano con las palabras y las acciones del muchacho. Se sentía como en los viejos tiempos, cuando él la regañaba ligeramente antes de guiarla a lo que debía hacer. La chica llevó su mano a su mejilla y, sintió cómo se enfriaba debido al clima frío que ya había comenzado a acercarse a las tierras de Bonelake.
Cuando cayó la noche, Vivian se sentó fuera en el jardín para cavar en el suelo húmedo, y con una toalla en la mano. La mayor parte de los criados se había retirado a sus habitaciones y solo ella caminaba por el área desierta fuera de la mansión.
Agradeció a los cielos porque no estaba lloviendo, si lo estuviera, no sabía si sería capaz de completar la penitencia que Leonard le había impuesto. Tuvo leves escalofríos, pero plantó una planta que había tomado del salón de cristal. Sus manos y sus botas estaban cubiertas de lodo, y también lo estaba su falda, ya que se había arrodillado en la tierra para hacer el trabajo.
Tomó otra planta para trasplantar, y entró a la mansión por la cocina para no llenar los pasillos de tierra. Dejó las botas llenas de lodo en una esquina de la cocina y tomó la planta y la llevó al salón de cristal. Levantó la vista y vio al amo de la mansión sentado en du lugar de siempre. Sostenía un libro, y sus ojos no se apartaban de él mientras leía sin dar cuenta de su intromisión en la habitación.
Vivian tomó la maceta en la que debía colocar la tierra nueva y utilizó la toalla para aflojarla mientras la revolvía.
Hasta donde recordaba, Leonard siempre estaba con un libo o dos cerca suyo cuando estaba en la mansión. Incluso cuando eran jóvenes, el muchacho se la pasaba leyendo libros como su primo Rhys.
A Julliard y a Charlotte les gustaba más jugar juegos en la mansión, durante las vacaciones. Pensó en aquello y una sonrisa triste inundó su cara. Julliard era uno de aquellos vampiros de sangre pura que eran extremadamente amables por naturaleza. En el grupo de primos, él era el que traía paz, y por ello Vivian había notado que era un aliado, un hermano y un mejor amigo para Leonard. Saber que ya no estaba se sentía triste, y más sabiendo que había sido el primo más cercano a Leonard.
Desde donde estaba parada al lado de las plantas, Vivian miró hacia Leonard nuevamente y lo vio sentado en la misma posición. El dolor debía ser imposible de explicar o de compartir.
Le tomó un tiempo terminar con su trabajo. Se lavó las manos con agua, dejándola caer desde sus manos hasta la maceta que había arreglado. Una vez que sintió sus manos más limpias, dejó el bote de agua y sacudió su falda. Limpiarían el suelo en la mañana, por lo que no era necesario que ella lo hiciera en ese momento.
Vivian se agachó para recoger todas las cosas que había llevado al salón de cristal y giró para dirigirse a la puerta, cuando vio que Leonard saltaba hacia el piso como un gato antes de pararse.
—¿Has terminado? –preguntó, mirando a Vivian, que sostenía el bote de agua con herramientas dentro.
—Sí. –la chica lo miró fijo por un segundo.
—Hay una fiesta de té en la mansión de Lord Nicholas. Algunos invitados vendrán aquí antes de dirigirse allá. –Leonard le informó y luego comenzó a salir de la habitación, pero Vivian abrió su boca para preguntarle algo.
—Amo Leonard, —el muchacho se frenó. –Um, yo... es sobre Paul y su familia. ¿Habrá un juicio antes de la ejecución? –sus palabras se volvieron sumisas al ver la dura expresión de Leonard.
—No habrá otro juicio. El Concejal y los demás ya han concluido que él es culpable y ya no hay nada más que investigar, todo apunta a él. –respondió Leonard con sus ojos mirándola con frialdad.
—¿Y tú qué piensas? –preguntó Vivian con cuidado. —¿Tú también crees que él es el asesino? Paul nunca haría algo—
—¿Has terminado de limpiar? Deberías retirarte a tu habitación. –dijo Leonard con un tono cortante.
—Podría ser ino—
- ¡¿Inocente?! –Leonard se giró para mirarla de frente, la ira se apoderaba de cada centímetro de su hermoso rostro. —Sus pisadas, sus huellas estaban en la botella de la cocina. Él estaba a cargo de la comida, y también ha confesado. ¿Dirás algo más? ¿O acaso has sido tú? –su voz hizo eco en todo el salón, lo que hizo que Vivian se estremeciera. Nunca había sido la receptora de su ira.
—La información no fue completamente chequeada. Cuando fui —Vivian dejó de hablar, cuando la mano de Leonard entró en contacto con la columna que estaba a su lado y un poco de polvo cayó sobre el suelo.
—Lo vi merodeando por la mansión, incluso el día del asesinato. Lo vi sosteniendo la botella. No sabes lo que pasó. –susurró y, antes de que Vivian pudiera decir algo más, sus ojos se encendieron de ira. –Todos los malditos criados son iguales. ¡Vete!
Vivian se estremeció aún más con sus palabras, que llenaron sus ojos de lágrimas. Hizo una reverencia y salió rápidamente de la habitación.