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Chapter 22 - Capítulo 22 - Signos de la Luna (Parte 2)

El Señor de Valeria no había hablado mucho con Cati cuando ella comenzó su nuevo empleo. Y tampoco lo veía mucho, a excepción de las mañanas, que también eran inusuales. Algunas veces lo veía dormir en su cama y permanecía de pie detallando su apuesto rostro, pero pronto salía de su estupor y regresaba al trabajo. Mientras más lo veía, más atraída se sentía, y algunas veces miraba por la ventana con un paño en sus manos, completamente inmóvil, hasta que Margarita, o alguien más, la encontraba.

—Están muy activos detrás de la mansión —comentó Elliot observando a las personas desde la ventana de Alejandro.

Alejandro estaba acostado en su sofá con los ojos cerrados. Cati, Dorothy y Corey colgaban ropa limpia, bromeaban y se salpicaban agua de forma infantil.

—Me alegra que tenga amigos —comentó Sylvia abandonando su libro por un instante para asomarse por la ventana—. Cuando era pequeña, era muy difícil lograr que dijera algo. Si no me equivoco, eran amigos entonces, pero la memoria humana se pierde rápidamente.

—Tal vez ahora sean más que amigos —comentó Elliot con una expresión de sospecha en el rostro.

Sylvia, exasperada, volvió a su libro. Elliot miró a su amigo. Había visto el cuello de Cati, y no tenía marcas. Los vampiros suelen atarse a su otra mitad, pero el que forma el vínculo es el que resulta afectado, lo que hizo que Elliot se preguntara si Alejandro sentía algo.

Entonces decidió preguntar: —¿Qué piensas, Alejandro?

—Si tienes tanto tiempo para conversar, ¿por qué no terminas el papeleo que está en el escritorio? —preguntó Alejandro sin abrir los ojos.

—¡Eres malvado, Alejandro! —se quejó Elliot girando hacia la oficina—. ¿Qué sucedió con el lobo que le regalaste?

—Está en el establo, y protege a los otros animales —respondió Alejandro abriendo los ojos para mirar el techo.

La noche llegó con un celo estrellado. Cati se encargaba de una tarea rápida, llenando la jarra de agua de Alejandro en la cocina antes de ir a la cama. Se encontró a Corey leyendo un libro junto al fuego. Además de él, sólo había otro chico limpiando la losa.

—Sorprendente —comentó Cati —. Lees un libro.

—Sorprendente porque…—replicó Corey esperando una explicación.

—No quise ser prejuiciosa, pero es inusual ver a un hombre leyendo un libro a esta hora. Sólo los académicos o los hombres que quieren entrar al concejo leen. Los demás disfrutan otras cosas —dijo sentándose junto a él.

—¿Como las mujeres? —se burló Corey.

—Iba a hablar de peleas, pero sí, eso también —respondió Cati.

Se quedaron solos en la cocina con el crepitar del fuego. El chico se había ido.

Cati siempre encontraba a su primo coqueteando con alguna mujer cuando la visitaba en la biblioteca donde trabajaba. Incluso tuvo que prohibir sus visitas en el trabajo. Sus acciones solían hablar más que sus palabras. Lo extrañaba.

—¿Qué lees?

—De hecho, es un libro de cocina, pero encontré algo adentro —murmuró Corey.

Sacó un papel del libro y lo acercó al fuego con el que calentaba una olla de agua.

—Es una lista de los signos sobrenaturales. Aunque no está completa. Los humanos no tenemos permitido leer estas cosas escritas de los vampiros.

—¿Hay signos distintos? Pensé que compartían los mismos signos zodiacales que los humanos —dijo Cati inclinándose para leer el papel, que no era parte del libro. Alguien lo había escrito con una caligrafía descuidada.

Cati leyó: —Cuando mi esposa fue quemada viva (era una bruja oscura), decidí escribir la naturaleza de todos los seres, y me di cuenta de que no encajan en los signos solares de los humanos. Estos son los signos que he encontrado en mi vida. Creemos que cada persona tiene dos lados, como el día y la noche, pero esa teoría parece incorrecta. Tras mi investigación, descubrí que las criaturas que descendieron en nuestras tierras tienen sus propios signos. Se llaman Signos de la Luna.

Y continuó: —Oso: Los de este signo usualmente se ocupan de su trabajo en lugar de entrometerse en asuntos ajenos. Al conocer a un oso, podrías pensar que lo has conocido toda la vida, pues su naturaleza es cálida. Pero se tornan violentos cuando se molestan. Araña: podrías pensar que está triste, pues su aura es muy pesada, pero no te dejes engañar. Mientras pensabas en ayudarlo, él planeaba atraparte en su red de trampas. Tortuga: Suelen ser lentas, pero suficientemente constantes para tomar decisiones cuando están en problemas. Después de todo, la tortuga ha vivido más de lo que imaginas, y acumula conocimientos para sobrevivir. Lobo: estas criaturas son temperamentales y territoriales por naturaleza. Tienen una inmensa fuerza mental y física. Les gusta hacer las cosas a su modo. Buitre: si buscas consejo, deberías evitar a este signo. Los buitres tienen a cazar las debilidades de las personas para aprovecharse.

—Sólo hay cinco —dijo Cati al voltear la hoja—. Y parece que está quemado —indicó señalando los bordes del pergamino.

—Ponlo en el fuego —dijo quemando el papel—. Si tuviera la oportunidad, me gustaría ser un lobo. ¿Qué opinas tú?

—Yo creo que mi signo actual está bien —respondió con una sonrisa, viendo al pergamino que ardía.

—¡Oh! —gritó Corey llevando la mano a su rostro—. Creo que tengo algo en el ojo.

—No lo frotes así. Sólo aumentará la inflamación. Déjame ver —indicó Cati alejando su mano.

El ojo de Corey estaba rojo, lo que hizo que el de Cati se humedeciera. Para apoyarse, puso su mano en el hombro de Corey, y sacó con el dedo la pequeña partícula que encontró.

—Gracias, Cati. Me alegra que hayas salvado mi ojo. ¿Cómo puedo devolverte el favor? —preguntó Corey agradecido.

—Si es así, puedes encargarte de la limpieza mañana —respondió Cati con una sonrisa.

Corey reía cuando notó que alguien había entrado en la cocina. Al mirar, notó al Señor de Valeria, que los observaba fijamente. Los primeros botones de su camisa estaban sueltos, exponiendo su pecho, y llevaba pantalones de algodón negros. De pie en la cocina, parecía una de las fantasías de Cati. Su cabello estaba húmedo, lo que hizo a Cati preguntarse cuánto tiempo había pasado en la cocina. Su corazón latía con fuerza cuando el Señor llevó su vista de Corey a ella. ¡Se dio cuenta!

—Me iré entonces. Buenas noches —dijo Corey con una inclinación antes de salir de la cocina, donde Cati y Alejandro se quedaron solos.

—Ten —dijo Alejandro entregando la jarra a Cati y mirándola fijamente.

¡Mientras leía el papel, había olvidado el agua que Alejandro le pidió! Quería salir corriendo cuando fue a llenar la jarra. Alejandro la observaba en silencio, haciendo zumbar sus oídos. Podía sentir su mirada fija, y estaba segura de que Alejandro escuchaba los golpeteos de su corazón. ¡Si ella misma los sentía en sus oídos! Respiró aliviada cuando sintió que Alejandro se alejaba de la entrada de la cocina, pensando que se había ido a su habitación.

—Catalina —dijo el Señor junto a ella.