Al final Xia Meng entendió lo que Xinghe quería decir.
Las dos eran muy diferentes. Incluso después de que sus cuerpos fueran intercambiados, Xia Meng nunca sería ella.
Xinghe brillaría sin importar qué, no necesitaba depender de su cara para probarse a sí misma.
Esto demostraba que la belleza se esconde profundo bajo la piel.
Xia Meng no pudo evitar reírse de su propia estupidez mientras se lamentaba: —Así que la piel no es más que un caparazón.
Xinghe parpadeó y preguntó: —¿Cambiaste tu cuerpo por el mío porque odiabas el tuyo?
Xia Meng estaba asombrada porque no esperaba que las palabras de Xinghe fueran tan incisivas. Ella veía en su corazón con facilidad.