Esas eran las palabras que la tía Ding estaba esperando. Se arremangó las mangas lista para recompensar a Xinghe con unas bofetadas.
Xinghe usó la escoba en su mano para azotar con fuerza a la tía Ding en su brazo.
La tía Ding no esperaba el golpe repentino. Gritó, y su cara se retorció de dolor extremo.
Esta vez, el golpe de Xinghe fue aún más poderoso que el anterior. La tía Ding sintió que su brazo ardía de dolor.
—Xia Meng, deberías haberte quedado ahí y haber recibido tu castigo, ¡cómo te atreves a defenderte!
La Sra. Ye parecía que estaba lista para tragarse a Xinghe por completo.
La mirada de Xinghe era helada.
—¿Por qué debería? Ye Qin le faltó el respeto a su mayor, ¡merecía ser castigada! ¡La tía Ding intentó agredir a la amante de la casa, debería considerarse afortunada de que sólo la golpeara una vez!
—Tú...
La Sra. Ye y los demás se quedaron sin palabras de pura ira.