Xinghe sabía que todo era una burla.
Sus instintos le dijeron que, detrás de toda esa hostilidad, Ruobing tenía solo un objetivo: perseguirla.
Esta era la primera vez que tenía un encuentro tan cercano con Ruobing, pero supo desde el instante en que se conocieron que ella era una mujer ambiciosa.
Si no, no habría desperdiciado su juventud trabajando en un laboratorio como este, esforzándose poco a poco para ser líder y obtener el control de todo.
Su deseo de poder hablaba a gran magnitud de sus grandes ambiciones.
Teniendo esta personalidad, no permitiría que nadie fuese en contra de su autoridad.
El hecho de que Xinghe prometiera que ella podía crear una extremidad humana artificial perfecta en un mes debió de haber activado las alarmas en su cabeza.
Si Xinghe lograba exitosamente este esfuerzo, quebrantaría totalmente sus años de trabajo duro.