Al final de la tarde.
Tomó una pequeña siesta.
El polvo ya se había asentado. Con su prohibición levantada y las cuentas saldadas con sus enemigos, todos los incidentes que afectaron a Zhang Ye tuvieron un final feliz para él. Como tal, la siesta que tomó fue excepcionalmente cómoda y dulce. Desde que se aprobó el Decreto 43, Zhang Ye no se había detenido a descansar ni un solo momento. Luchó contra todo con todo lo que tenía, y se mantuvo ocupado con batallas de regaños todos los días. Por suerte para él, ante la incredulidad de todos, se abrió camino contra todo pronóstico y sobrevivió
Fuerza de voluntad.
Fuerza física.
Fuerza mental.
Sabiduría... está bien, no parece que la tuviera.