Se miraron el uno al otro.
Al toparse y conocerse, sería incómodo no decir nada en absoluto.
Yao Jiancai saludó: —Maestro Xu.
Xu Wenxiang lo miró.
—Oh, pequeño Yao.
—¿Todavía me recuerdas? —preguntó—, ¿Cómo ha estado tu salud últimamente?
Xu Wenxiang asintió.
—Está tal como está. No puedo compararme con jóvenes como tú.
Yao Jiancai se rio.
—Ya he pasado los cuarenta, ¿cómo puedo seguir siendo considerado joven?
Xu Wenxiang habló con significados ocultos: —De tu actuación de la charla cruzada. No habría adivinado tu edad. La obra era como la de un niño, hablando como tú querías. Eso no se refleja bien en tu maestro, ¿no crees?