"¡Bip, bip, bip, bip!"
Sonó la alarma. El día acababa de empezar.
Zhang Ye echó a patadas su mullida manta y apagó la alarma. Todavía tenía sueño, así que se dio la vuelta y siguió holgazaneando en la cama. No le importaba si llegaba tarde al trabajo.
Poco después, llamaron a la puerta de su habitación.
—Zhang Ye.
—Ah...
—Es hora de despertar. Date prisa y levántate.
—Lo tengo. Déjame dormir un poco más.
La puerta no estaba cerrada con llave, así que Dong Shanshan entró. Estaba vestida con ropa profesional. Hoy, se vistió al estilo de una oficinista de cuello blanco. Su grueso lápiz labial y el maquillaje de su cara la hacían lucir sexy, además de acentuar su figura curvilínea, independientemente de la ropa que usara.
Dong Shanshan le empujó.
—El desayuno está listo.
Una fragancia atravesó el hueco de la puerta. Olía a avena.
Zhang Ye abrió los ojos de manera cansada y olfateó.
—Huele tan delicioso.