En el interminable cielo nocturno.
Eran las nueve de la noche.
El Superintendente Song, que había estado cansado durante todo el día, finalmente llegó a casa. En el momento en que entró en su casa, dijo: —Date prisa y hazme un tazón de fideos. No puedo soportarlo más. ¡Me muero de hambre!
Su mujer salió a darle un par de pantuflas.
—¿No has comido?
—No tuve tiempo —suspiró—: Hoy llegó una figura problemática. Me he estado ocupando de ese pequeño caso todo el día. Anduve por ahí para hacer todo eso, ¿para qué? Ese Wang Shuixin. Definitivamente no lo ayudaré en el futuro. Es una tarea ingrata y ardua. Si no lo hago bien, me meteré en grandes problemas. Afortunadamente, todavía puedo manejar algo de ese estrés, y también le está dando cara al viejo Wang.
El superintendente Song se rio y se jactó con su esposa: —Después de todo, he estado trabajando en la policía durante más de una década. ¡Todavía puedo manejar la presión de Zhang Ye!
