Luo Yuan dejó que Wang Shi Shi se quedara con Huang Jiahui para protegerla, después de todo, ella tenía algunos poderes especiales a pesar de que no fueran fuertes. Puede que no fuera capaz de luchar contra bestias gigantescas, pero organismos pequeños como los mosquitos eran manejables. Le repitió algunos consejos importantes y las dejó abruptamente.
—¡Esperen! —gritó Luo Yuan a los cuatro —.Hola, lo siento, las dos bolsas de arroz son mías.
Los cuatro dejaron de moverse. Luo Yuan no podía ver sus caras claramente porque todos llevaban cascos, sin embargo, aún podía identificar que tres de ellos eran hombres y una era mujer. Uno de los tipos, que parecía más grande, intentaba poner a prueba a Luo Yuan, por lo que jugó intencionalmente con el cuchillo en la mano, sin embargo, Luo Yuan continuó hacia ellos con calma.
A partir de la respuesta de Luo Yuan, el matón se dio cuenta de que no era una persona débil. De repente, habló cortésmente: