Al ser llevados a la plataforma de batalla, eran dos Bestias Espirituales. El cuerpo de uno de ellos se parecía mucho al de un gran tigre feroz, todo su cuerpo grisáceo y negro, con un aspecto musculoso y poderoso. Dos largos colmillos colgaban de sus mandíbulas, extendiéndose más allá de su barbilla. Comparado con un tigre, esta Bestia Espiritual era un tamaño entero más grande.
Y enfrentándose al enorme y feroz tigre, había una Bestia Espiritual que nadie esperaba ver allí.
La otra Bestia Espiritual era una peluda bola de pelusa, y sólo del tamaño de la palma de la mano. Mirándola, parecía un pequeño conejo, sólo que sus orejas eran muy largas y redondeadas en las puntas, a diferencia de los extremos puntiagudos de un conejo normal.