Qu Wen Hao había dado toda su vida a la Ciudad de Mil Bestias y tenía más de treinta años cuando tuvo a su hija Qu Ling Yue con su esposa. A pesar de que Qu Ling Yue era una niña, pero Qu Wen Hao le había dedicado toda su atención y amor paternal a Qu Ling Yue, y a pesar de las graves dificultades a las que se enfrentaba la Ciudad de Mil Bestias, seguía haciendo todo lo posible para proteger a su hija.
—Jefe Principal. —Xiong Ba dijo que mientras se arrodillaba en una rodilla.
Qu Wen Hao asintió con una sonrisa y dijo. —Esta vez he preocupado mucho al jefe Xiong.
—El jefe es demasiado amable. Al ser capaz de traer a la joven señorita de vuelta sana y salva, su subordinado está muy satisfecho. —Xiong Ba dijo.
—Ven a sentarte.