—¿Oh? —Jun Wu Xie levantó una ceja, las comisuras de su boca se curvaron escalofriantemente—. Cuando liberé los meridianos sellados para Qu Ling Yue la última vez, sus síntomas habían desaparecido por completo. Pero, curiosamente, después de una noche, sufrió una recaída de sus heridas. A menos que alguien hubiera sellado sus meridianos una vez más esa misma noche, tal situación no ocurriría.
—Tengo mucha curiosidad por una cosa. Todo el grupo de médicos de aquí se había hecho cargo del tratamiento de Qu Ling Yue los últimos días y por la noche, todos ustedes incluso habían organizado un turno rotativo para vigilarla. Entonces, ¿quién fue el que secretamente se lo infligió? ¿No tendría el Médico Imperial Li algo que decir al respecto? —preguntó Jun Wu Xie sonriendo, con sus ojos claramente brillantes.
