—¡Ese arrogante sinvergüenza! ¡Si no tuviera esos exponentes del espíritu púrpura detrás de él, no sería nada ante mí!
Ning Xin estaba a punto de explotar de rabia, si no hubiera visto con sus propios ojos que tenían el apoyo de esos exponentes nivelados del espíritu púrpura, nunca se habría dignado para tratar de ganar el favor de nadie como Jun Xie. Y lo que la enfureció aún más fue que Jun Xie no solo no mostraba una humilde gratitud, sino que ni siquiera correspondía al gesto generoso. No lo había rechazado una, sino dos veces, totalmente avergonzándola y humillándola. Había dejado a la muy arrogante Ning Xin, visiblemente temblando de rabia.
