En el fondo del Acantilado del Fin del Cielo, había tierra empapada de sangre. Bajo la espesa niebla, el frío era mordaz y las personas que caían en charcos de sangre eran más de las que nadie podía contar.
Habiendo peleado una gran batalla, un equipo de personas se pararon bajo la espesa niebla mientras jadeaban pesadamente, mirándose unos a otros bajo la luz que arrojaban los Globos de Fuego Espirituales que sostenían en sus manos.
El equipo de personas y caballos contaba con más de cien y sobre los cuerpos de cada uno de ellos, había un resplandor púrpura arremolinado de sus poderes espirituales. La gran batalla anterior había agotado sus poderes un poco y ahora que la batalla acababa de terminar, finalmente tuvieron la oportunidad de tomar un respiro.