El humo se elevaba en todas las direcciones, se oían angustiosos lamentos en todas partes. Los ciudadanos que habían escapado de la ciudad estaban cansados y con el corazón pesado. No podían ver la esperanza, ni ver el camino a seguir, y los sonidos de la matanza que había detrás de ellos hacían que sus piernas se debilitaran, pero el anhelo de sobrevivir les empujaba, sin otra opción que continuar avanzando.
"Madre, ¿dónde está Padre?" Acurrucado en una cesta, un niño miraba asustado con un par de ojos inocentes bajo el estruendo de la lucha, mientras veía la ciudad en la que había vivido pacíficamente hacerse cada vez más pequeña ante sus ojos.
El cuerpo de la mujer que llevaba la cesta a la espalda se endureció y las lágrimas rodaron inmediatamente de sus ojos. No hizo ningún ruido, ni se atrevió a emitir un solo sonido, sino que se cubrió la boca con la mano, mientras ahogaba el sollozo ahogado alojado en su garganta.