¡Hum! ¡Hum!
Al ver esto, la Dama Zhen y Qin Hong entrelazaron las manos y utilizaron el Sello del Cielo y la Tierra, envolviendo a toda la ciudad.
Si esta esencia maligna llegaba a la ciudad, ¡morirían como mínimo decenas de miles de personas!
Hao Ren lo miró y supo que había perdido la cabeza.
—¡Quiero a Xie Yujia! ¡Entregala! ¡O mataré a todos los mortales del mundo! —rugió una vez más Xu Ke, alzando la cabeza.
Mientras se ocultuba dentro del Ojo Maligno y cultivaba la esencia maligna, le pareció que habían pasado decenas de miles de años. Durante este tiempo, ¡lo único en lo que pudo pensar fue en vengarse!
Si una persona era encerrada en un lugar por decenas de miles de años, ¡era seguro que enloquecería! ¡Algunos días en la tierra eran equivalentes a decenas de miles de años dentro del caótico espacio del Ojo Maligno!
Cuando Xu Ke mencionó el nombre de Xie Yujia, tocó el punto sensible de Hao Ren.