Mirando la chaqueta en la basura, Xie Yujia sintió que era un gran desperdicio.
Esta chaqueta era una muestra de afecto de la mamá de Duan Yao, y había sido hecha a mano por ella. Sin embargo, Duan Yao la arrojó de inmediato, lo que fue brutal de su parte.
Por el otro lado, Xie Yujia no podía entender lo perdida y aterrada que se sintió Duan Yao cuando la enviaron a la Cumbre Etérea. Duan Yao no hubiera podido hacer nada si Hao Ren hubiera querido utilizarla como su caldero. La Secta de la Montaña Cielo quería enviarla a la Cumbre Etérea para arreglar las cosas, sin preocuparse por ella.
Xie Yujia vio que la chaqueta seguía colgando del borde del basurero, por lo que estuvo a punto de sacarla.
—Olvídalo Yujia —dijo Hao Ren, deteniendo a Xie Yujia.
La chaqueta en realidad era una muestra del amor de la madre de Duan Yao, pero Duan Yao era una chica tan testaruda que la cicatriz de su mente no podía sanarse solo con una chaqueta.