¡Wuuush! Yue Zilong se aferró a Hao Ren mientras entraban en la gran formación de matriz del Altar del Dios Dragón.
Las arenas y las tiendas fueron destruidas con el pisotón de Yue Zilong, y todo estaba en ruinas.
Sin embargo, el negro Altar del Dios Dragón seguía en pie con orgullo.
Yue Zilong agarró a Hao Ren por el cuello de su bata, y entró volando desde el oeste. Estaban volando tan rápido que parecían una sombra fantasmal. Luego, volaron hacia la cima del Altar del Dios Dragón.
¡Bam!
Yue Zilong soltó a Hao Ren, y lo arrojó a la habitación más profunda.
—Maestro del Altar, capturé a Hao Ren —dijo con calma Yue ZIlong.
—Ok —respondió aquella figura que le daba la espalda a Yue Zilong, y Hao Ren asintió con calma.
Levantó su mano y la insignia de Inspector que estaba en la cintura de Hao Ren voló por cuenta propia. Entonces, Hao Ren sintió un dolor agónico en su frente, y la marca de Inspector desapareció de su frente.