Ya que solo había siete sectas en el Séptimo Cielo, el territorio de cada secta era vasto.
Las montañas que Hao Ren y los demás pasaron les pertenecían todas a la Facción del Sonido Místico, pero los discípulos de las otras sectas podían moverse libremente aquí. No obstante, el área a la que habían entrado ahora era un territorio restringido al que solo podía acceder la Facción del Sonido Místico, y los cultivadores que no pertenecían a la facción no podían entrar sin permiso.
—Nosotros, la Secta de la Montaña Cielo, tenemos la relación más cercana con la Facción del Sonido Místico, y he estado aquí muchas veces. Esta montaña se llama la Montaña Cabeza de Toro, y aquí están los campos espirituales —continuó el Maestro Lingwu.
—Ok —asintió Hao Ren, y liberó unas energías espada débiles para inspeccionar las formaciones de matriz mientras volaban con cautela sobre la montaña.