Hao Ren se dio la vuelta para mirar la hora. Fue entonces que se dio cuenta de que solo quedaban algunas personas en el restaurante.
—¡Señor, la cuenta por favor! —exclamó Hao Ren sacando su billetera apurado.
El mesero recogió el dinero y Hao Ren y Xie Yujia salieron apresuradamente del Restaurante Dexin. Pronto notaron que el área destechada de la plaza ya estaba vacía.
—Y ahora qué…—dijo Xie Yujia, con la cartera en sus manos y luciendo algo preocupada.
¡Nunca había pasado la noche afuera de su casa o de su dormitorio! Era la primera vez que había incumplido el toque de queda.
—Está bien. Tal vez la administradora del dormitorio no se ha dormido aún —Hao Ren la consoló mientras la llevaba en el asiento trasero y pedaleaba hacia el área de dormitorios.