Mirando a Duan Yao marcharse, Zhao Yanzi se sintió un poco triste, como si se estuviera viendo a ella misma.
Duan Yao había alcanzado el Reino del Alma Naciente, pero había perdido mucho más.
Tenían la misma edad, pero sus vidas eran drásticamente diferentes.
Al instante, Duan Yao desapareció entre las capas de niebla del Quinto Cielo. Con su Reino del Alma Naciente, no correría peligros en el Quinto Cielo. Cuando regresara al Mar Demoníaco, la buscarían Huashe y Yingzhao.
De hecho, cuando la Dama Zhen llevó a Duan Yao al Quinto Cielo, no hizo que Duan Yao le prometiera regresar. Duan Yao podía elegir quedarse en la Secta de la Montaña Cielo, pero estaba determinada a no hacerlo.
Con un leve suspiro, Hao Ren observó a Duan Yao mientras desaparecía a la distancia. Luego, voló de vuelta a la Cumbre Etérea.
¡Swuuush! ¡Swuuush! ¡Swuuush! Tres luces doradas se abalanzaron rápidamente hacia Hao Ren.
