El rostro de Duan Yao tenía un aspecto rígido, como si Hao Ren le debiera cientos de yuanes.
—Estaba yendo a la Secta de la Montaña Cielo con Yao y vine a visitarte de camino —dijo ella. Los hermosos ojos de la Dama Zhen se curvaron cuando sonrió—: Sobrino, ya que estas aquí, dejaré a Yao contigo.
Hao Ren miró a la Dama Zhen, sorprendido de que aparecieran justo cuando hablaba de ellas.
Zhao Yanzi parpadeó confundida y observó con cautela a la Dama Zhen, preguntándose si la Dama Zhen tenía la intención de forzar un vínculo entre Duan Yao y Hao Ren.
¡Luego le arrojó otra mirada a Duan Yao y quedó perpleja cuando descubrió que estaba emanando el aura del Reino del Alma Naciente!
—Jojojo… Pequeña, esto es lo que te prometí —soltando una risa, la Dama Zhen le arrojó un pequeño vestido tradicional a Zhao Yanzi, y salió volando a toda prisa con un destello de luces coloridas.