Zhao Yanzi, que estaba llorando, se paralizó por un momento cuando vio la daga en la boca de Blanquita. Recogió el gran bloque de hielo de la mano de Hao Ren y examinó la daga que estaba congelada adentro.
Parada a una docena de metros más atrás de Hao Ren, Duan Yao estaba asombrada y no supo qué hacer después.
Aunque sus técnicas con la espada eran más poderosas y que su reino era mayor, la experiencia de Duan Yao en el mundo también era limitada.
Los cultivadores experimentados hubieran abandonado sus Tesoros Dharma y huido, pero ella permaneció en el lugar, observando aturdida a Hao Ren y Zhao Yanzi.
"No estoy muerta…" Comprendiendo este punto importante, Zhao Yanzi bajo la mirada hacia su pecho y vio que su ropa estaba intacta. Se levantó y le arrojó una mirada a Duan Yao—: Dijiste que no utilizarías tu apellido si no me matabas, ¿verdad?
Alarmada, Duan Yao la miró por un rato y retrocedió involuntariamente.