Cuando Hao Ren y Zhen Congming regresaron a la Cumbre Etérea, Xie Yujia y Blanquita ya los habían estado esperado por mucho tiempo.
—¡Ya volvimos! ¡Ya volvimos! —gritó Zhen Congming mientras volaba directamente hacia la sala de preparación de elixires de Xie Yujia.
Ansiosa por unirse a ellos, Blanquita cargó a Xie Yujia y voló de inmediato hacia la sala de preparación de elixires.
¡Pum! ¡Pum!
Zhen Congming sacó los dos pesados hornos de su espacio de almacenamiento y los colocó sobre el suelo.
Los dos hornos de elixires eran negros y feos, y Zhen Congming calculó que solo soportarían los fuegos ordinarios para elixires. Si querían utilizar el fuego demoníaco de Blanquita, necesitarían conseguir el horno de jade blanco.