Las chicas tomaron turnos para acariciar a Blanquita antes de regresársela renuentemente a Hao Ren.
Sin preocuparse lo suficiente por ella como para cargarla, Hao Ren la arrojó al suelo.
Con el estómago lleno, Blanquita corrió con alegría hacia una esquina de la biblioteca antes de regresar corriendo. Con sus patas doradas, parecía como si estuviera utilizando un par de botitas peludas. Era una visión adorable.
—¿Vendrás mañana? —preguntaron. Sabiendo que Blanquita le pertenecía a Hao Ren, las chicas se dieron la vuelta y le preguntaron.
—¿Mañana? No estoy seguro…—respondió Hao Ren.
—Por favor trae a Blanquita, ¡le compraremos buena comida! —insistieron las chicas.
—¿En qué programa están? —preguntó Hao Ren.
—¡El Programa de Negocios! —respondió una de las chicas de inmediato antes de continuar—: ¡En el primer año!