El pequeño Daoista Zhen se puso de pie con esfuerzo. Tenía la huella de una palma sobre su mejilla y un golpe en la frente.
Zhao Guang miró al Viejo Zeng en silencio, con un poco de lástima en su rostro.
Los ancianos del Océano Este que estaban de pie detrás de Zhao Guang también tenían pena en los ojos.
Esto era patético. No solo el Océano Este los mantenía prisioneros a los 16 ancianos y al Príncipe de la Corona del Océano Oeste, sino que él había golpeado al único discípulo de Qiu Niu, uno de los ancestros de la Tribu Dragón.
Apretando los dientes, el pequeño Daoista Zhen no habló. Se tocó la mejilla y levantó la mirada con odio hacia el Viejo Zeng.
—¡Jum! —musitó el Viejo Zeng que seguía molesto. Luego dijo—: ¡Incluso un niño pequeño del Océano Este se atreve a mirarme de esta manera! ¿Realmente crees que eres invencible?
Zhao Guang se aclaró la garganta y dijo—: Anciano Zeng, el niño no forma parte de nuestro Océano Este.