Mientras avanzaba unos diez metros, Hao Ren llegó a una puerta con un letrero que decía "Rey Supremo".
Tras abrir la puerta corrediza al estilo Tang, Hao Ren notó que la habitación no era tan grande como esperaba que fuera. Era tan solo una habitación de poco más de diez metros cuadrados con una puerta gigante.
En el centro de la habitación, había un altar redondo hecho de materiales que parecían ser oro y madera.
El joven discípulo que llevó a Hao Ren hasta la habitación sacó dos jades cristalinos del bolsillo en su pecho y los colocó en una grieta en el altar circular.
De repente, el oscuro altar redondo comenzó a brillar.
Si un cultivador que estuviera en o por encima del Quinto Cielo viera esta escena, habría gritado: "¿Dos piedras espirituales de alto grado para una pequeña formación de matriz de teletransportación a corta distancia? ¡Qué desperdicio!"
