Era temprano en la mañana para cuando el anciano Sun llevó a Hao Ren de regreso a tierra firme.
El Mercedes Benz seguía estacionado en la costa, y el anciano Sun llevó conduciendo a Hao Ren hasta la escuela.
En el camino de regreso, ambos guardaron silencio.
El silencio del anciano Sun señalaba la pesadez que sentía adentro. El fracaso de Zhao Kuo en la Tribulación Celestial proyectaba una sombra sobre la situación entera del Océano Este.
—Gongzi Hao, no se preocupe. El Océano Este manejara los asuntos que quedan —dijo de repente el Anciano Sun mientras conducía el auto.
—Ok —asintió Hao Ren.
—Pase lo que pase, no dejaremos que usted ni la Srta. Zi salgan lastimados —continuó el Anciano Sun.
Mirando su expresión determinada, Hao Ren sabía que lo decía en serio.