—Ok…—asintió lúgubremente Zhao Guang. Aunque no quería deberle un favor a la Inspectora, Su Han era ciertamente la mejor persona para lidiar con Qin Shaoyang.
—Por favor, acompañe a Hao Ren, anciana Xingyue —dijo dándose la vuelta hacia Xingyue.
—¡Si! —dijo esta cultivadora femenina, haciendo una reverencia como todo un hombre.
—Anciano Lu, anciano Xu, por favor lleven a Zhao Kuo de vuelta al Palacio Dragón. General Hu, General Sun, lideren a sus ejércitos…—dijo Zhao Guang recuperándose del pánico que había sentido y comenzando a acomodar las cosas de una manera organizada.
Sin perder el tiempo, Xingyue agarró a Hao Ren y en un instante se dirigió hacia algún lugar sobre su espada.
La espada era extremadamente rápida, y Hao Ren se esforzaba por mantener el equilibrio sobre la angosta espada.
No obstante, ya que Xingyue agarraba su brazo como si tuviera una pinza, no sería fácil que él se cayera incluso si lo intentara.
