Después de comer las batatas horneadas, Zhao Yanzi se sintió satisfecha. Colocó las dos que sobraron a un lado del sendero para la afortunada persona que pasara por allí.
Ya eran las cuatro de la tarde. Los humos que habían levantado al cocinar comenzaron a flotar hacia las casas en la villa y los granjeros que habían trabajado sobres los campos durante todo el día ya estaban regresando con sus herramientas sobre el hombro.
Hao Ren y Zhao Yanzi también se dieron la vuelta y regresaron. Ahora con su estómago lleno, Zhao Yanzi estaba enérgica nuevamente, mirando a sus alrededores con mucho interés. Algunos niños corrieron alrededor de ella antes de alejarse cantando. Durante todo este tiempo ella ignoró por completo que tenía las manchas negras en las esquinas de sus labios.
—Este Zeng Yitao, ¿En qué nivel está ahora? —Hao Ren le preguntó a Zhao Yanzi cuando habían atravesado la mitad de la villa.