La universidad del Océano del Este estaba a muchas paradas de distancia de la escuela secundaria LingZhao. Sentado en el destartalado autobús, Hao Ren apoyó su brazo en la ventana y descansó su cabeza sobre su mano. Su mirada pasó por la bandita que seguía colocada en su codo.
Se la arrancó y solo vio un pequeño rastro de sangre en ella, lo que quería decir que la herida no era tan grave. Tras ver la caricatura de un cerdo en una de las caras de la bandita Hao Ren sonrió.
Después de jugar con la bandita en sus manos por unos minutos Hao Ren no tuvo ganas de desechar esta cosita memorable. Pero pensándolo mejor, sería raro conservar semejante objeto, así que la tiró en el cesto de la basura del autobús.
"A decir verdad esta niña no es tan mala conmigo…" Pensó Hao Ren.