Grandes olas se alzaron de repente, salpicando sobre la superficie del mar. El salado viento marino sopló con fuerza.
En un área del Territorio del Océano Infinito nadaba velozmente una gigantesca bestia espiritual. Sus aletas y su cola golpeaban el océano, levantando la plateada agua del mar. Avanzó rápidamente con un poder aterrador. El agua marina se separó a ambos lados, salpicando muy alto hacia el cielo.
La gigantesca bestia abrió los ojos de par en par, y su boca se mantenía abierta para respirar con fuerza. Parecía que estaba tratando de recuperar el aliento.
Se movía tan rápido que parecía una flecha atravesando el mar a toda velocidad.
Algunas veces saltarían los peces espirituales hacia el cielo. Sin embargo, esta furiosa bestia los espantaba, haciéndolos regresar al mar.
