¡Crac! ¡Crac! ¡Crac!
Los pedazos rotos del sable asesino de dioses chocaban entre sí mientras Whitey los digería lentamente.
Al escuchar esos sonidos, junto con la manera en la que Whitey la devoró, Sable Dorado se quedó boquiabierto.
Alrededor de ellos, varias personas también estaban desconcertadas. Incluso el Luo Danqing semi muerto, no pudo evitar abrir bien sus ojos, su rostro lucía como si estuviera viendo a un escalofriante fantasma.
Era... el sable asesino de dioses. ¡El sable asesino de dioses de las Tierras Sagradas de los Jardines Reales!
Era incomparablemente afilado y resistente. Podía romper el metal y hacer estallar piedras. ¡Era magnífico e intimidante!
Sin embargo, en este momento, la herramienta divina estaba siendo masticada por una marioneta de hierro.
Esa cosa... ¿Qué diablos era?