—Oh, gran oso, el maestro tiene una ardua tarea para ti. ¡Esta noche, dependeremos de tu desempeño!
Xiong Shi frotó la barriga del gran oso y sonrió. Este oso era su bestia espiritual más querida. Sentía que el gran oso era similar a él, y por eso, sentía un fuerte afecto hacia él.
El gran oso gruñó, levantó una pata, y dio un golpeteo a su pecho. El gruñido no se detuvo, lo que hacía parecer que había comprendido las palabras de Xiong Shi.
Xiong Shi entrecerró sus ojos y curvó las comisuras de sus labios en una sonrisa sarcástica.
—La competencia no se limita solamente a la arena; afuera, algunos otros métodos son necesarios. —Xiong Shi se rio.
…
Cuando la noche cayó, las lunas crecientes emergieron y flotaron en el cielo. La luz de luna clara y fría brillaba, cubriendo el suelo con su resplandor, haciendo que este brillara.