El feroz rostro del séptimo maestro se estremeció y su boca se abrió en sorpresa, lo suficientemente grande como para que quepa un enorme tomate.
Su cuchillo, que él había fabricado de metal precioso, cargado de energía, en verdad…¡¿se dobló?!
¿Qué tan dura era la marioneta frente a sus ojos? Con un golpe de su cuchillo un enorme pedazo se rompió, y más importante, ¡se deformó!
El rayo rojo que brillaba en su rostro lo desconcertó, pero rápidamente se recuperó, rugiendo y haciendo una mueca a Whitey. Con un fuerte sonido, lanzó el gran cuchillo en sus manos a un lado.